5 de enero de 2006

Un post-it


En los 90, todavía en el pregrado, un grupo de amigos nos reunimos con un mago de lo que, entonces, todavía eran los primeros pasos del Human Computer Interaction (HCI). Olvidé su nombre, tanto como olvidé casi todo lo que para aquél entonces leí sobre HCI, pero me quedó una anécdota.

Es esta: estábamos sentados en un pequeño salón de seminarios, cuando uno de mis amigos más entusiastas le preguntó si, después de todo, no parecía claro que el incipiente desarrollo de internet era un avance portentoso de posibilidades humanas.

El mago, un tipo triste, alto, con un leve tic ansioso, se encogió de hombros y respondió algo por el estilo:

--Uhmmm. No sé, no estoy seguro. Habrá que ver con los años, pero me parece que internet no hará algo diferente a lo que la humanidad ha hecho con el resto de las cosas: se convertirá en un espacio no demasiado diferentes de nosotros, con nuestras principales virtudes, pero también con nuestras principales condenas.

Hoy, dándole una mirada a las solicitudes de búsquedas erradas que caen desde google hasta argonáuticas, esa predicción me viene a la mente junto a una sonrisa, como quien se encuentra con un post it desteñido, pegado a algún lugar del recuerdo.

Una pequeña muestra absolutamente trágica y divertida, como es la vida:

Lolitas latinas calientes (incluye diversas versiones: italianas, pícaras, etc.)
uh uh yeah yeah proyecto uno
Manual para cazar fantasmas
Juan Barreto denudo
mi comandante Chávez
Natacha en pelotas
Sexo seguro con tetonas
Diferentes maneras de suicidio
Rayuela
Auschwitz moralejas
Cómo echar un polvo
Literatura latinoamericana