Al lado del camino
La última vez que vi a Lennis fue, creo, el año antepasado. Era una de esas noches de noviembre en las que me estaba ocurriendo algo que no deja de ocurrir con una periodicidad obstinada, inquebrantable: cumplía años.
Desde entonces, apenas si de tanto en tanto hemos tenido alguna conversación eventual por teléfono que, de un modo exacto, me suele dejar con dos impresiones muy claras. La primera: que pese al poco contacto que tenemos en una ciudad repleta de niños, trabajo, trancas infernales, altas horas de la noche y todo ese festín de complicaciones, ella es una persona con un lugar ganado dentro de mi afecto. La segunda: que conversar con Lennis es una experiencia leve, interesante y amable.
La historia viene a cuento pues, justo en estos días, Lennis al fin se ha decidido a abrir su propia bitácora: al lado del camino.
En su post de presentación, dice:
(...) Estas son las notas que escribo sobre lo que me mueve en la vida, en este momento del camino en que me detengo por razones forzadas. Un año sabático para ocuparme de esas personas chiquticas que amo y que atentan contra la cordura de quien solía hacer más cosas de la que hace actualmente. Una manera de conectarme con el exterior, con quien va por la vía, de pedir la cola antes de empezar a caminar, de comentar libros y películas (lo que me gusta), de la rutina y sus trampas (lo que a duras penas soporto)
Puesto que soy un convencido de que, después de todo, los blogs tienen sentido en la medida en que uno lanza botellas al mar sabiendo que, en algún momento, del otro lado de la costa encontrará a los amigos, no puedo dejar de alegrarme de esta nueva botella que flota con la misma leve amabilidad de su conversación en estos mares agitados.
Otras posibles conversaciones pueden seguir en este post, que guarda todo el gusto de un diálogo que continua.
Desde entonces, apenas si de tanto en tanto hemos tenido alguna conversación eventual por teléfono que, de un modo exacto, me suele dejar con dos impresiones muy claras. La primera: que pese al poco contacto que tenemos en una ciudad repleta de niños, trabajo, trancas infernales, altas horas de la noche y todo ese festín de complicaciones, ella es una persona con un lugar ganado dentro de mi afecto. La segunda: que conversar con Lennis es una experiencia leve, interesante y amable.
La historia viene a cuento pues, justo en estos días, Lennis al fin se ha decidido a abrir su propia bitácora: al lado del camino.
En su post de presentación, dice:
(...) Estas son las notas que escribo sobre lo que me mueve en la vida, en este momento del camino en que me detengo por razones forzadas. Un año sabático para ocuparme de esas personas chiquticas que amo y que atentan contra la cordura de quien solía hacer más cosas de la que hace actualmente. Una manera de conectarme con el exterior, con quien va por la vía, de pedir la cola antes de empezar a caminar, de comentar libros y películas (lo que me gusta), de la rutina y sus trampas (lo que a duras penas soporto)
Puesto que soy un convencido de que, después de todo, los blogs tienen sentido en la medida en que uno lanza botellas al mar sabiendo que, en algún momento, del otro lado de la costa encontrará a los amigos, no puedo dejar de alegrarme de esta nueva botella que flota con la misma leve amabilidad de su conversación en estos mares agitados.
Otras posibles conversaciones pueden seguir en este post, que guarda todo el gusto de un diálogo que continua.
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