Volar como la pólvora
Mi única experiencia con el valenciano ha sido, quizá, el speech que algún día le escuché al pana Linus en una fiesta caraqueña a principios del 2.000 o algo así y en la que, por lo que recuerdo, Naftalina Bonn sonreía enternecida ante tanta inspiración levantina. Lo recuerdo pues, justo hoy, a través de El Cuaderno de Taganga de Juan Carlos Chirinos, caigo en un video de El Koala y, dentro de él, a una canción que ha estallado en la red: yo viacé un corrá. O yo via jasé un corrá. O incluso yo viazé un corrá.
Como ocurre con tantas otras cosas de las que con el tiempo no nos sorprenderemos, uno de los elementos más curiosos del éxito de la canción de El Koala está en que, precisamente, logra pegar duro en España como consecuencia de su difusión por internet, lo que le ha convertido, a juicio de algunos, en un punto de antes y después de la promoción musical por la red españoleta. Una bomba por la que el Koala, o Jesús Rodríguez, tenía ya veinte años trabajando. En sus palabras:
Yo empecé moviéndome por los baretos con mi guitarrita. Luego intenté en Madrid que las discográficas me hicieran caso, pero nada. Todos sabemos cómo funciona este mercado, que no se atrevía con mi rollito rústico, con las letras del campo. Por fin apostaron por mí y desde entonces hemos ido luchando humildemente. Hicimos un videoclip que alguien colgó en Internet. Allí ha sido una bomba, y ha volado como la pólvora. Tengo que agradecer muchas cosas a mucha gente, pero desde luego especialmente a quien lo colgó por primera vez, que no sé quien fue.
El video se puede ver aquí, junto con algunos comentarios de fascinación y odio hacia eso que, por lo visto, es dado en llamar el rock rústico: ascendente del agropó, sea lo que sea que eso musicalmente signifique.
Aquí se puede leer la letra.
Supongo que se trata de un tema lo suficientemente fuera de lote como para producir una reacción demasiado estandarizada. Aún así, independientemente de lo que sea, la cancioncita despierta una sonrisa fresca en mitad de un día que anticipa, entre nubarrones dispersos, el inicio de la magia del tiempo de lluvia.
Como ocurre con tantas otras cosas de las que con el tiempo no nos sorprenderemos, uno de los elementos más curiosos del éxito de la canción de El Koala está en que, precisamente, logra pegar duro en España como consecuencia de su difusión por internet, lo que le ha convertido, a juicio de algunos, en un punto de antes y después de la promoción musical por la red españoleta. Una bomba por la que el Koala, o Jesús Rodríguez, tenía ya veinte años trabajando. En sus palabras:
Yo empecé moviéndome por los baretos con mi guitarrita. Luego intenté en Madrid que las discográficas me hicieran caso, pero nada. Todos sabemos cómo funciona este mercado, que no se atrevía con mi rollito rústico, con las letras del campo. Por fin apostaron por mí y desde entonces hemos ido luchando humildemente. Hicimos un videoclip que alguien colgó en Internet. Allí ha sido una bomba, y ha volado como la pólvora. Tengo que agradecer muchas cosas a mucha gente, pero desde luego especialmente a quien lo colgó por primera vez, que no sé quien fue.
El video se puede ver aquí, junto con algunos comentarios de fascinación y odio hacia eso que, por lo visto, es dado en llamar el rock rústico: ascendente del agropó, sea lo que sea que eso musicalmente signifique.
Aquí se puede leer la letra.
Supongo que se trata de un tema lo suficientemente fuera de lote como para producir una reacción demasiado estandarizada. Aún así, independientemente de lo que sea, la cancioncita despierta una sonrisa fresca en mitad de un día que anticipa, entre nubarrones dispersos, el inicio de la magia del tiempo de lluvia.
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