Oficios
Siempre me ha fascinado la trayectoria curricular de la escritora Elissa Wald: trabajadora de circo, empleada en una reserva indígena, operadora de líneas calientes, bailarina de striptease y counselor de prostitutas. Un check-list difícil de llenar en un mundo donde, después de todo, los oficios de empleados bancarios y asesores de seguros acaban por presentar una inercia inevitable para tantas buenas almas de dios.
Sin embargo (y esto, después de todo, es lo más importante), a un paso más allá de la indudable aportación a la plastiticidad profesional, la Wald ha escrito una historia que le merecería, por sí sola, una mención nada desdeñable dentro del pequeño volumen de la historia de las profesiones propias del siglo XX: la de terapeuta y la de dominatrix.
El cuento se llama terapia y es, a mi gusto, una pequeña joya de movimientos rápidos, ironía y tristeza. Aquí, la versión original en inglés. Aquí, la versión con desesperados errores de traducción al español. El más obvio, el más lamentable: dominatrix es traducido por ama, caso en el cual todo podría hacer pensar en una suerte de cuento a la manera de la colonia, entre plantaciones de cacao, barracas de esclavos y retablos religiosos con figuras policromadas. Por suerte, el libro Habrá una vez: antología del cuento joven norteamericano, donde también está incluido, ofrece una versión honesta de la historia, junto a un montón de cuentos brillantemente escritos que todo lector sagaz hará bien en leer.
Sin embargo (y esto, después de todo, es lo más importante), a un paso más allá de la indudable aportación a la plastiticidad profesional, la Wald ha escrito una historia que le merecería, por sí sola, una mención nada desdeñable dentro del pequeño volumen de la historia de las profesiones propias del siglo XX: la de terapeuta y la de dominatrix.
El cuento se llama terapia y es, a mi gusto, una pequeña joya de movimientos rápidos, ironía y tristeza. Aquí, la versión original en inglés. Aquí, la versión con desesperados errores de traducción al español. El más obvio, el más lamentable: dominatrix es traducido por ama, caso en el cual todo podría hacer pensar en una suerte de cuento a la manera de la colonia, entre plantaciones de cacao, barracas de esclavos y retablos religiosos con figuras policromadas. Por suerte, el libro Habrá una vez: antología del cuento joven norteamericano, donde también está incluido, ofrece una versión honesta de la historia, junto a un montón de cuentos brillantemente escritos que todo lector sagaz hará bien en leer.
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