27 de julio de 2006

Cuentos chinos remix



No sé por qué se habla de cuentos chinos, como si la propensión a la mentira, a la hipérbole, a la solución fantasiosa fuese, por fuerza, una historia china y, para colmo, perniciosa. Si a ver vamos, todo cuento debería ser, en principio, un cuento chino. Si vamos a ver más todavía desde el prístino cristal de nuestros anteojos todo lenguaje habría de ser, en el fondo, un asunto chino: un intrincado sistema de dibujos abigarrados, un trazo delirante de representaciones sintéticas y, por lo mismo, mentirosas.

Es precisamente por eso que termina por ser una lástima que, tantas veces, los pobres chinos deban lidiar con esa fama pertinaz de ser, precisamente, contadores de cuentos chinos en su sentido más conspicuo en lugar de tener, como seguramente merecerían, el más grande reconocimiento por ser artífices de tales narrativas.

Pero qué se le va a hacer, así es la vida, el mundo, la gente, aunque a veces los chinos puedan ser enaltecidos con historias chinas de superación como ha hecho (como parece seguir haciendo) la gente de Masseratti 2lts, tal como convenientemente se puede escuchar pulsando aquí, en esa tradición que tiene su inicio con el Chino que facha rufa, sea lo que sea lo que eso signifique.

Del modo que sea, pese a tales gestos de justicia poética, los chinos parecen estar irremisiblemente condenados a ser esencialmente incomprendidos, cosa que, bien vista, no deja de tener algo en común con el dramatismo que destila una que otra página del viejo Sófocles, aunque eso sería adentrarse en otro tema de vastas e insospechadas consecuencias que escapa, naturalmente, a las modestas consideraciones de esta nota escrita bajo el fragor de fúlgida noche de Julio, ese mes tan enfáticamente romano y lleno, dicho sea de paso, de veloces mosquitos de conocido origen extraterrestre: los Aedes aegypti, o más cariñosamente: patas blancas, llamados así, por lo visto, debido a ciertas mitologías seleníticas de muy antiguo arraigo de aquí a la misma China, precisamente.