Leer en compañía
Durante la semana pasada escuché, en el rigor de las horas picos de Caracas (ese momento en el que la irrealidad de los infiernos toma la forma de una autopista), algunas entrevistas radiales con el equipo que conforma Relectura: Red de equipos de lectura.
Al escucharlos, mirando más allá del parabrisas humedecido, detallando, a lo lejos, el volumen dormido del Ávila, pensé que se trata de esos breves momentos en los que esta ciudad parece regalarnos una tregua, una oportunidad.
Tengo ideas bastante vagas de cómo vivían nuestros más remotos ancestros. (En realidad, tengo una idea bastante vaga hasta de cómo vivían mis abuelos). Lo que no me deja ninguna duda es que la humanidad comenzó a restituir sus más grandes oportunidades en el momento en que comenzó a leer, en el momento en que se dedicó, con ardor y sorpresa, a descifrar las caligrafías de esas moscas obstinadas que son las palabras dejadas en un texto.
Borges, quien como alguna vez comentó Bryce Echenique, solía saber mucho más por viejo que por diablo, comentó alguna vez que la lectura era, de entrada, una actividad más apacible, más civil, más educada que la propia escritura.
Uno podría agregar: más placentera.
En algo de eso pensaba hoy, al leer esta propuesta en la página del proyecto:
La Red de Equipos de lectura te ofrece la posibilidad de extender el placer de leer al compartir con otras personas tus opiniones, emociones y puntos de vista. Es la oportunidad de hacer de la lectura y la literatura una forma abierta de comunicación y amistad
La inauguración de toda esta idea ocurrirá hoy, a las 7.00 de la noche, en el Centro Cultural Chacao, en El Rosal.
Imagen vía: cipae
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