25 de noviembre de 2007

C´est une vache, mon amour

Entramos en una librería. Después de dar algunas vueltas, la niña argonáutica, su mamá y yo nos entretenemos con un pequeño librito infantil en edición multilingüe. Pese a vivir en el país de los espejismos verbales, no somos tan ingenuos como para pensar que algo como eso puede alimentar el espíritu. En realidad, pensamos que antes que las frases excesivamente kitsch de la historia universal del lugar común, preferimos sobradamente en un t-bone steak. Claro, en caso de conseguirlo. Por su parte, la niña argonáutica está demasiado ocupada en descifrar el enigma de esa niñita de poco cabello que siempre aparece frente a ella en los espejos como para pensar en esos bostezos filosóficos. En realidad, lo que hacemos, es que léemos. O le leo, casi anagramáticamente:

This is a cow
C´est une vache
Kore wa meushi
Zo para

Cow is a cow is a cow is a cow, le digo, como un Gertrudo Stein en una parodia demasiado larga y continuada, como quien extraña a las vacas. O lo que hacen las vacas.

La niña argonáutica, quien pese al amor por los libros, tiene un vocabulario comprensiblemente reducido me mira con los ojos muy abiertos y comenta: guau!

La pobre.

Con lo difícil que es ver una vaca y sus derivados en estos días, cualquiera se confunde, pienso. la confusión ocurre, para ser honestos, en todas las direcciones. De hecho, no dudo que algún burócrata bolifantástico del gobierno pueda decir que las vacas, en realidad, han sido secuestradas y que es justo eso lo que explica la escasez de leche.

Todavía en la librería, pienso en el modo como la vida, literalmente, imita al arte. Lo digo, en concreto, por una pintura del pintor argentino Aurelio García y que sin lugar a dudas podría expresar algo del pensamiento neolengual bolilibertario en estas fechas en las que no se consigue leche, pero todo está repleto con las imágenes de Ernesto Guevara y su inquietante parecido a Cantinflas, ese otro importante filósofo ingenuo latinoamericano.

La verdad es que con el tiempo, no dudo que los bolifuncionarios más fachas y fanáticos terminen por decirnos que lo importante en la vida, precisamente, es alimentar a nuestros hijos con los refritos que en su momento escribó la loca de Marta Harnecker.

Al llegar a casa, busco la pintura de Aurelio García. Es esta:


Y eso es todo, pues en sintonía con la falta de leche, aquí tampoco hay moraleja.

Autor: Aurelio García
Título: Reforma Agraria (2002)
Características: 50 x 100 cm. Acrílico sobre lienzo.