28 de febrero de 2006

Trocha


Más información sobre los detalles de la heróica inauguración de este prodigio de la ingeniería humana, anti-imperialista y bolivariana, justo aquí.

27 de febrero de 2006

Disciplinas etológicas


En estos días, en una conversación telefónica que de tanto en tanto mantenemos Caiesus E. y yo entre la fría Syracuse, NY (a la que él, sin embargo, prefiere calificar como Siracusa, Italia) y Caracas, Vzla, me comentaba sobre las curiosas prácticas gimnásticas que suelen ejercer las ardillas sobre el tejado de su casa.

Al escuchar eso, le sugería razonablemente que bien podía aprovechar ese incidente para iniciar un estudio de etología salvaje (una rama mucha más inquietante que la del estudio de la impronta en los gansos de Konrad Lorenz), disciplina poco estudiada pero a la que, de todos modos, cualquier persona con ardillas cercanas podría contribuir de manera decisiva, si es que en realidad se encontraba en dispocisión de utilizar todas sus artes en seguir con atención los sonidos del tejado. A lo que Caiesus me respondía, muy seriamente, que él prefería la etología militar, cosa que de todos modos no haría.

Y no dejaba de tener, por cierto, toda la razón en cuanto a la fundación de esa otra disciplina, como en el sereno desdén por jamás ejercerla.

21 de febrero de 2006

Velas las aguas negras (2)

Corro el riesgo de fastidiar más de la cuenta, pues los últimos dos post de estas argonáuticas han sido, acaso, dos moscas tenaces que vuelan sobre el mismo vaso de vidrio mal embocado.

Qué se le va a hacer. Todavía tengo algo más qué decir. Así que digo más. Es esto:

En el año de 2002 mi amigo Héctor Torres escribió una carta pública al poeta Mario Benedetti a propósito de cierto manifiesto en apoyo del gobierno del teniente coronel Chávez en el que, a su juicio (como el de unas cuantos miles de personas en este país), se distorsionaban una que otra idea esencial para comprender el drama y el fastidio de un nuevo militarismo tropical. Tower se tomaba la molestia de pensar que, de pronto, el viejito Benedetti no contaba con alguna información decisiva. Tower se tomaba la molestia de comentarle algunos datos valiosos, desde la naturalmente válida posición de un ciudadano que dispone de una información de primera mano.

No tomaba para sí ningún traje de luces. No necesitaba apoyarse en el valor de las horas invertidas en pensar en cosas hermosas, en seguir un tren repleto de moscas de azogue que es toda lectura, toda escritura. No tenía por qué explicar que, en este pequeño pedazo del mundo, existen personas que le aprecian por todo lo que tenga qué decir, y por lo bien que puede hacerlo. Hacía lo que tenía que hacer: hablaba, alentado en el pequeño, en el desmesurado milagro de ser una persona, un ciudadano.

La carta del Tower, que puede leerse justo aquí, comenzaba diciendo esto:

Querido Mario Benedetti:

Hubiese querido escribirte, luego de tanto soñarlo, en una ocasión más agradable. Tantos momentos (desde "El sur también existe" de Serrat, hasta tu monólogo de marinero alemán en aquel clásico de Subiela; pasando por los poemas y canciones que te robamos para ablandar los corazones de las chicas), me hacen participar de una desigual y anónima amistad en donde tú has dado tanto, sin que yo pudiese retribuir en lo más mínimo tan descomunal deuda.

La carta, (de una escritura respetuosa, seria e impecable como la de esas primera líneas), recibió unas cuantas semanas o meses después este comentario imbécil y desdeñoso del propio Benedetti en un periódico Mexicano. Decía así:

Un grupo de intelectuales uruguayos mandamos una carta de apoyo a Chávez. Eso nos ha costado, porque en los diarios de Caracas salió "Galeano y Benedetti apoyan a Chávez'', pese a que eran veintitantas firmas, y en un editorial un medio dijo: "¡Qué se podía esperar de estos criptocomunistas!'' A mí, un tal Torres, un venezolano que nadie conoce, me dirigió una carta reprobatoria de cinco páginas. La ha enviado a más de 200 direcciones de correo electrónico para que me la manden, por mi apoyo a Chávez. Todos los días me llega la misma copia por mail o correo ordinario.

Allí, dicho en dos platos el argumento clásico del poeta inspirado. El argumento de la notoriedad del poeta inspirado. Un grupo de intelectuales. Veintitantos. Todos justos. Todos hermosos. Todos con la razón. Yo contra la osadía de una persona a quien no conozco. Yo contra la mala educación de un Ciudadano que se antoja de contradecirme, de importunarme con el aburrido curso de un pensamiento que, por horror, resulta no ser igual al mío.

Se apagan las luces, brillan los oropeles. La cantante de jazz es, de pronto, la hija perdida de Bakunin, quiere un trago y llora, llora de verás. El poeta inspirado se queja, bufa, mira al cielo, se diría que implora. No hay nada qué discutir. Él es Mario. Un Tal Torres tiene poco o nada qué decir.

¿Habría que agregar algo más? A lo mejor no, a lo mejor sí.

Por si las dudas, un último comentario, casi off the record: Tower me ha hecho notar, desde hace tiempo, una pequeña corrección: no fueron 200 mails. Fueron 500. Las razonables 500 direcciones de correo por las que una persona respetuosa, inteligente, enterada de la realidad que le ha tocado vivir, con el derecho de querer encontrar un espacio de comprensión más allá de los esquemas, de la unidemensionalidad, intentó propiciar un diálogo que no toleró el desdén de los oximorones y las tristes lentejuelas

Hasta aquí el fastidio de los poetas políticos. Hasta aquí el fastidio de las mariposas termonucleares. Al menos por hoy, claro.

18 de febrero de 2006

Velas las aguas negras (1)


Por años ejercí el desdén hacia los poetas. Lo sigo haciendo, en parte, pero sólo en parte. La belleza es común, decía Borges. Pero la fealdad, también. Por eso, quizá, el mundo está repleto de invenciones desconcertantes, hermosas, conmovedoras. Pero también de demasiados poemas feos.

No sé (no tengo por qué saber) el motivo para ello, pero aún así tengo una hipótesis, una pálida llama, la luz de un candil que alumbra la oscuridad más densa, es esta: escribir un poema malo es fácil y conmovedor. Encontrar la belleza de narciso reflejada (distorsionada) en un estanque de lugares comunes es más fácil todavía.

Nadie me lo está preguntando, pero pienso lo mismo de muchas de las opiniones políticas y filosóficas de ese segmento tantas veces aburrido y pedante que damos en llamar intelectuales (pero que, en realidad, representan a una comunidad de oficiosos del arte, de la estética, de la sensibilidad, no necesariamente del pensamiento en sí mismo).

No encuentro por qué motivo un poeta, un escritor, puede tener una visión iluminada del mundo. No veo por qué razón las opiniones de un poeta sobre la agricultura pueden tener más valor que lo que podría decir, con menos palabras, un señor que se dedica en silencio a plantar batata, por sólo mencionar un tubérculo epifánico.

Cuando hace dos o tres años ocurrieron dos o tres ejecuciones en Cuba alguien (ya no recuerdo quién), le solicitaba a Shakira, cantante de gráciles caderas, que se pronunciara al respecto. Al margen de la candidez de tal proposición, recuerdo haber escuchado una que otra risita contenida haciendo mofa sobre lo que podría saber una cantante Pop sobre los temas políticos. Seguramente nada, desde luego. Pero ese nada no me parece menos estrepitoso que, digamos, las cursilerías que he tenido que leerle al poeta Cardenal sobre la situación política y social de Venezuela.

En el fondo, me parece, se trata de un gesto de justicia: en un mundo ideal cada quien debería tener el derecho de decir lo que mejor le venga en gana. No tengo nada en contra de las opiniones de un poeta inspirado. Apenas me interesa agregar que no tiene por qué ser necesariamente mejores o peores de las de cualquier ciudadano corriente.

Las opiniones de los artistas importan por un motivo que está más allá de todo gesto artístico: sus opiniones importan por su notoriedad, por el lugar que la cultura les ha otorgado, por el sistema de ganancias y prerrogativas de las que después de todo está hecho el mundo.

De allí, en parte, ese mamotreto repleto de cursilerías que es, que ha sido, que será, el truculento capítulo de las literaturas políticas.

En el post pasado, el pana Pratter-Machine se preguntaba (y aunque no lo dijeron y no se los he preguntado, casi podría asegurar que JorgeLetralia y Chaman-Tower estarían de acuerdo), por qué demonios sacar dos millones de un librito escrito en nueve días por ese artefacto repleto de mala retórica y excesivo auto-bombo que es el poeta Saad, cuando la revolución se atribuye para sí a una de las figuras más valiosas de la poesía contemporánea: Víctor Valera Mora.

Valera Mora fue, desde luego, un poeta militante. Incluso tuvo el gesto de escribir cosas realmente horribles y fanáticas inspirado en esa misma militancia. Pero fue, sobre todo, un buen poeta. Un muy buen poeta; y eso, como lector, se respeta y se agradece.

En estos días, volviendo sobre algunos de sus textos, me dio por pensar que un poema suyo podría insinuar, desde ese aburrimiento metafísico que debe ser todo más-allá, una sugerencia útil (que, de seguro, jamás seguirán nuestros poetas comprometidos con la mala poesía política). El poema es este:

Es absurdo es aburrido
Levantar murallas de soles y estrellas
En defensa del hombre y sus combates
Pero repetir hasta el infinito
“me celebro en el espumoso deseo
Como una deidad exorcizada y sola”
Si es poético
Irremisiblemente poético
Entonces
Sed indulgente con la poesía
Y seguid velando desde las aguas negras

14 de febrero de 2006

Guarismos

Tarek William Saab era diputado a principios de los años 90. Lo recuerdo bien porque en esa época tenía 18 años y era estudiante universitario (no él, sino yo) y solía ver todos los días una valla publicitaria en la que Saab, sonriente, aparecía junto a un número telefónico para todo aquél que decidiese ser objetor de conciencia ante el servicio militar obligatorio.

Eso era en los 90. Con 18. Es decir: 90+18=118108.

En ese entonces estaba casi seguro que jamás tendría que lidiar con ese esperpento que era (que debe seguir siendo) el servicio militar obligatorio: usaba lentes, tenía pie plano, estudiaba un pregrado y, sobre todo, no era taxativamente pobre (en este país, tristemente, aún hoy sólo los pobres "pagan" ese servicio). Pero era, también, un objetor de conciencia de un anarquismo romántico, deseoso de tener algún instante heróico, de modo que alguna vez anoté el teléfono en alguna libreta de notas. Por eso lo recuerdo. Por eso recuerdo ese 118108.

Hoy, más de diez años después (léase 10), Tarek William Saab es gobernador del gobierno con más militares activos como funcionarios del Estado (léase muchos). Es, además, un poeta.

Por eso, por poeta, hace algún tiempo (poco, por lo visto) Saab fue invitado por el gobierno de Castro hasta Pakistán. Fue una invitación poética, si se me permite la infidencia. Una invitación junto a una comisión de médicos cubanos entre los que él, por lo visto, debía blandir su propia pluma. Fue, desde luego, lo que hizo: tomó apuntes, escribió un libro. Un comunicado de prensa de la gobernación del Estado Anzoátegui lo explica todo, salvo el hecho de ser, de pronto, una nueva promotora literaria:

En este sentido, el primer mandatario estadal destacó que luego de un proceso creativo de nueve días y la mezcla de diversos géneros literarios como: la crónica, poesía, relato, descripción y hasta entrevistas, que recogen en más de 111 páginas la hazaña humanitaria de la Misión Médico Cubana desplegada en Pakistán; así como también la edición de dos millones de ejemplares que serán repartido por todo el mundo y traducido en 6 idiomas (árabe, ingles, francés, pakistaní, italiano y español)

(En este sentido, ¿por qué los periodistas utilizarán tanto esa frase como conectivo? En fin, en este sentido, vale la pena recordar que se trata de nueve dias. Varios géneros. 111 Páginas. Dos millones de ejemplares. 6 idiomas. Es decir: 9, Varios, 111, 6 y 2.000.000. O si se quiere: 2.000.000, 6, 111, Varios y 9).

Otros números: hoy el editorial de Tal Cual aporta un nuevo detalle a esta nueva y decidida obra de ese extraño género que es la literatura gubernamental: la propaganda de difusión del libro en tres medios de comunicación nacional habría costado, para el día de ayer, 55 millones 502 mil 462 bolívares. Es decir: 55.502.462.

Otra cifra: la promoción del libro lleva, consigo, un cintillo, es este: "Rumbo a los 10 millones de votos para CHAVEZ".

En fin, poesía. Poesía numérica. Algo que, de pronto, súbitamente, viene a inspirarme para producir un poema después de tanto tiempo. Es algo como esto:

Lejos. En 90. Yo 18.
Ah, remotos 118108.

Años ah.

9
Febriles, inspirados 9.
111 trenes inspirados son.
111 trenes que a volar salen
en 2.000.000
todos 2.000.000
Babel en 6 lenguas
impávida
me mira

Pero he allí,
raudo,
oculto,
indómito: Vil dinero.
Vil, de veras.
Viles 55.502.462

Dolor. Varios Géneros en dolor.

Pero ah, a qué temer.

¡10.000.000!


Un poema hermoso, me parece, si es que podemos hablar sin falsas modestias. Más: un bello gesto lírico que emula, aleteante, aquél antigo Cabrera Infante de 1975, con 0.

12 de febrero de 2006

Kuleshov

Saltando desde el hermoso blog Rulemanes para Telémaco, de Iria Puyosa, caí en El lamento de Portnoy.

Allí se puede ver un interesante post con las imágenes y la explicación del efecto Kuleshov.

11 de febrero de 2006

Arduos Estudios


Caigo, de pronto, en una página con un texto de Giancarlo Livraghi (traducido por Luis Cruz Kuri), titulado: el poder de la estupidez. Al inicio del texto se lee que se trata de un reporte especial para algo de nombre tan divertido como Entropy Gradient Reversals.

(Existe. Existe como página web y también como blog)

El artículo comienza así:

Siempre me ha fascinado la Estupidez.

La mía, por supuesto; y eso es una causa suficientemente grande de ansiedad.

El resto del artículo, inevitablemente, es un intento por hacer inteligentemente algo que de entrada tiene el inmenso peligro de incurrir, precisamente, en lo estúpido. O en la rotación exponencial de lo estúpido, por decirlo de algún modo que quizá sea estúpido.

Livraghi tiene la astucia de hacerlo documentadamente, y eso está bien pues, en un mundo donde existe de todo, no tendría por qué no existir alguna literatura sobre el tema. Un ejemplo es Una breve historia de la estupidez humana, de Walter B. Pitkin, de 1934, el cual tiene la divertida característica de presentarse, apenas, como una pequeña introdución a un tema que lógicamente resulta demasiado vasto. También está Aus der Geschite der menschlichen Dummheit, de Max Kemmerich, y Über Dummheit, de un tal Lewenfeld, a los que Livraghi le atribuye el mérito de haber sido escritos en las décadas anteriores a una de las cosas más estúpidas que ha tenido el mundo, el nacionalsocialismo.

Livraghi (quien no sólo es simpático, sino que además está atento a lo contemporáneo) se basa, sin embargo, en un breve ensayo del profesor Carlo M. Cipolla, titulado: Las leyes básicas de la estupidez humana (que toma, me imagino, de su libro Allegro ma non troppo en cual propone, por cierto, una clasificación humana que, quizá, no deje de ser un poquito estúpida).

Libros aparte, sospecho que lo más interesante y honesto en el estudio de la estupidez debe ser, sin duda, la comprensión de la estupidez en un uno mismo.

Me apunto aquí este razonamiento de Livraghi:

Pero las gentes estúpidas no saben que son estúpidas, y esta es una razón más por que son extremadamente peligrosos.

Lo cual por supuesto me remite a mi pregunta original y dolorosa: ¿soy estúpido?

He pasado varias pruebas de coeficientes de inteligencia con buenas calificaciones. Desafortunadamente, sé como funcionan estas pruebas y que estas nada demuestran.

Varias gentes me han dicho que soy inteligente. Pero eso tampoco demuestra algo. Estas personas pueden ser tal vez muy consideradas como para decirme la verdad. A la inversa, podrían estar intentando usar mi estupidez para sus propios fines ventajosos. O podrían ser tan estúpidos como yo.

Quedo con un pequeño asomo de esperanza: muy a menudo estoy intensamente consciente de cuan estúpido soy (o he sido). Y esto indica que no soy completamente estúpido.

Algo es algo, ¿no?

9 de febrero de 2006

Pluff! (2)

Los pueblos no son gobiernos.

Cuando, como reporta CNN+, el lamentable gobierno iraní pide una reunión de la Conferencia Islámica para discutir el "ataque organizado contra el mundo musulmán", el gobierno de Irán está haciendo algo muy distinto a lo que puede hacer, por ejemplo, un musulmán como Yasser Ad-Dab'bagh, a quien ya cité en el post anterior.

Hay que estar loco (y me parece que el gobierno iraní sin duda lo está) para pensar que las caricaturas danesas puedan ser un intento orquestado para destruir el modo de vida musulmán.

Son una estupidez, una broma pesada, un gesto ignorante, pero difícilmente el inicio de un complot.

Es dificil imaginar que los millones de musulmanes de todo el mundo puedan tener entre sus principales prioridades para la vida el desarrollo de un sistema nuclear. Esperan, sin duda, lo que esperamos todos: una vida digna, la posibilidad de vivir según sus propias convicciones, el anhelo de ver cómo sus familias pueden ser felices y prósperas.

El tema nuclear es un tema de la agenda de un gobierno con mayor o menor persuación social, difícilmente puede ser el objetivo más importante de las aspiraciones de un país.

Igual en la otra acera.

Cuando Aznar, en declaraciones recientes desde Washington, insiste que una disculpa pública por las caricaturas contra Mahoma "pondrían en peligro la firmeza de las democracias de Occidente en materias como la negociación nuclear", se está refiriendo a lo que él comprende como la estrategia de un gobierno, el gobierno que fue, pero no necesariamente a lo que podría ser la opinión de un país.

Las caricaturas son una cosa. El Uranio, otra.

Sólo el sentido de la oportunidad política, el sentido de los intereses y compromisos políticos, hace que estén colocadas, hoy, en el mismo sitio.

Por lo pronto, van seis muertos del fundamentalismo islámico apoyado por los gobiernos de Irán y Siria, (dicho sea de paso, esos dos nuevos y significativos aliados de la locura bolivarianista), no de los creyentes musulmanes. Seis anónimos muertos a los que, sin embargo, de seguro algún doliente ya comienza a extrañar en algún lugar desconocido del mundo.

8 de febrero de 2006

Pluff! (1)



No tengo la menor duda de que más de un desprevenido puede tener, perfectamente, un diálogo como el de la caricatura de Rayma Suprani que aparece hoy en El Universal.

Por si sirve de algo, y más allá del chiste, aquí va este texto de Yasser Ad-Dab'bagh, que cayó hoy en la mañana en mi buzón de correo a través de la suscripción a una lista transcultural y que muestra, más allá de la simplificación de un mundo repleto de esquemas, una mirada sensible y dolorida desde la óptica de un musulman sin ningún interés de matar a nadie.

Dice Ad-Dab'bagh, seguido de una modesta traducción al vuelo de tijeras y corchetes de mi parte:

What remains quite incredible to me is the extent of inability to comprehend what Muslims are really feeling with respect to this issue. It is quite remarkable actually. I would have thought that the massive outcry would have prompted some journalists to try to really understand this reaction, but they all seem to syndicate one or two sources that are deeply unaware of what they are talking about. Using phrases like "disrespect of religion" is quite misleading. Explanations such as "Islamic tradition bars any depiction of the prophet, even respectful ones, out of concern that such images could lead to idolatry" are woefully inadequate and are part-truths that white-wash the issue. Comparisons, such as seen in some Scandinavian media, with depictions of Jesus or Mary that have been comedic, satirical, insulting etc.. make sense only at a very superficial level, but lack any real relevance. The lack of 'real' sacrosanct equivalents to Prophet Muhammad for most contemporary westerners has somehow been overlooked in most analyses I've read.

("Lo que me parece increíble de creer es la inmensa incapacidad de comprender lo que los musulmanes realmente están sintiendo con respecto a este el problema. Realmente es algo bastante notable. Yo habría pensado que la expresión masiva de los musulmanes habría incitado a algunos periodistas a intentar comprender realmente esta reacción, pero pareciese como si todos se hubiesen sindicado a uno o dos fuentes profundamente desprevenidas sobre lo que se está hablando. Las frases usando como la "falta de respeto a la religión" realmente están desencaminandas del punto. Las explicaciones como: "(la tradición) islámica impide cualquier pintura del profeta, incluso respetuosa, debido a la preocupación de que tales imágenes pudieran llevar a la idolatría" son tristemente inadecuadas y son, además, medias-verdades que "cofunden" el problema en lugar de aclararlo. Las comparaciones que he visto visto en algún medio de comunicación escandinavo, con imágenes de Jesús o María que han sido satirizadas, insultadas, etc....tienen sentido sólo a un nivel muy superficial, pero en el fondo carecen de verdadera relevancia. La falta de un "verdadero" sentido sacrosanto para el Profeta Mahoma es algo que ha sido dejado de lado en la mayoría de los análisis que he leído").

Y más adelante:

As far as I can put in words what I felt, there is a truly visceral sense of injury when the Prophet is undervalued in any discourse, let alone mocked. This dagger really goes deep and keeps cutting in all directions when there is a hint that this mockery is intentional. I tried very hard to come up with an analogy of how painful this is, but failed. The closest I could come up with is imagining that someone publishing nude photos of one's parent, with a commentary of much they enjoyed humiliating them in a sado-masochistic fashion

("Hasta donde puedo poner en palabras lo que he sentido tendría que decir que hay un verdadero sentido visceral de herida cuando el Profeta es denigrado al permitirse la mofa hacia él. El puñal llega muy hondo y sigue cortando en todas las direcciones cuando, además, se sabe que esta burla es intencional. He intentado encontrar una analogía de cuan doloroso puede ser esto, pero no lo he logrado. El más cercano intento sería imaginar que alguien ha publicado fotografías desnudas de nuestros padres, acompañada de un comentario donde explica cuánto se ha divertido humillándoles en una especie de moda sado-masoquista")


Por último:

I also have no doubt that the reflexive expressions of anger, counter-hate, destructive rioting, murderous threats... etc. have resulted in further stubborn refusal to even try to understand the issues. I'm sure these reaction will further deepen the gulf that is widening between the Muslim world and the West, will fuel greater Islamophobia and discrimination against and fear of Muslims, and will fuel more xenophobia and discrimination against westerners in Muslim countries. It is in my opinion equally harmful to the image of the Prophet that some Muslims distort the faith in the name of defending the Prophet, or for any other cause. It is quite disturbing to me to see how Muslims in their attempts to stand-up for the Prophet, forget to follow the example of the very person they defending as they do this.

My sadness is doubled.

("No tengo ninguna duda que las expresiones de rabia, odio, actos destructivos, amenazas de muerte... etc., han resultado en el incremento de una terca negativa para intentar entender el problema. Estoy seguro que la reacción musulmana efectivamente profundizará las distancias cada vez más grandes entre el mundo musulmán y Occidental, alimentará una mayor "Islamofobia", así como más discriminación y miedo hacia los Musulmanes, tanto como mayor discriminación y xenofobia contra Occidente en los paises islámicos. Soy de la opinión que también se produce una imagen dañina contra el propio Profeta por parte de algunos musulmanes que distorsionan su fe en la supuesta defensa del Profeta, o para cualquier otra causa. Es realmente perturbador para mí el ver cómo los propios musulmanes, en un intento por defender al Profeta, se olvidan de seguir el ejemplo de la misma persona que defienden.

Mi tristeza es doble")


Triste, muy triste todo esto. Creo que, al menos por hoy, no hay mucho más qué decir.

7 de febrero de 2006

Tamagochi

Tengo gripe. Un virus.

Alguien me explica que, quizá, pueda ser un rotavirus: un virus que aparece y desaparece, que da señales de declinar el sábado para emerger, sobrio, impetuoso, el lunes por la tarde. Un alienígena que convierte en un martes de febrero en Caracas en un día de mucho, mucho frío.

Yo pienso que es un tamagochi. Pienso que es un pequeño tamagochi que exige, con un sonido agudo, cínico, la atención de millones de leucocitos, el arrojo de cientos de miles de eritrocitos. Un tamagochi que se sueña King Kong. Hulk. El solitario hombre de las nieves.

Ahora vivo con él. Lo tolero. No me hace mucho daño. Apenas siento que merece un suspiro de fastidio, un lacónico gesto de resignación. Tomo un té, dos pastillas, imagino el reposo de una cama, miro la biblioteca, escruto el atardecer, intento recordar dónde dejé un bombillo.

Tener un tamagochi me hace estar en casa. Recorrer el piso con medias dobles. Vivir con un sweater, todo el día. Me da tiempo libre. Me hace pensar, como de pasada, en cosas en las que no pienso a menudo.

Hoy me ha dado por pensar que, bien visto, casi no me gustan los héroes.

Nunca me simpatizaron los personajes de la Independencia, por ejemplo. Nunca miré de buena gana esos retratos rimbombantes de héroes a caballo, enfundados en trajes de gala. No son los míos. No lo han sido jamás. Creo que no lo serán nunca. Creo, de paso, que esta parece ser una mala época para tener esa manera de ver el mundo.

No tiene que significar nada para nadie, pero sí significa algo para mí: casi siempre, desde niño, he apostado a perdedor.

En todo.

En política, en deporte, en literatura, en el cine.

De niño me decían que la ciudad en la que nací tenía la plaza Bolivar más grande del mundo. Siempre me dio lo mismo. Siempre me pareció un orgullo estúpido.

Ahora podrá parecer toda una insinuación política, pero prefiero las plazas sin estatuas.

Me gustan las glorietas. Eso sí. Pero no estoy tan delirante como para no notar que ese, sin duda, es otro tema.

Eso más o menos.

4 de febrero de 2006

Un nabopoem


La hallé en una tierra legendaria
Toda rocas y espliego y dispersa hierba,
Donde estaba posada sobre arena empapada
Vecina al torrente de un desfiladero.

Los rasgos que combina la señalan como nueva
ante la ciencia: forma y tono –el tinte tan singular,
consaguíneo de la luz de la luna, que atempera su azul,
La parte inferior deslustrada, la franja taraceada.

Han aislado mis agujas su sexo esculpido;
los tejidos corroídos no pudieron ya ocultar
esa mota inapreciable que ahora riza la lágrima
convexa y límpida sobre un portaobjetos iluminado.

Se gira un tornillo lentamente; y saliendo de la bruma
dos amparados garfios se inclinan simétricamente,
o escamas cual raquetas de amatista
atraviesan el círculo encantado del microscopio.

Yo la hallé y yo le di nombre, al ser versado
en el latín taxonómico; me convertí de ese modo
en padrino de un insecto y su primer
definidor: otra fama ya no quiero.

Desplegada en su alfiler (dormida profundamente),
a salvo de los parientes y la corrosión reptantes,
en la aislada fortaleza donde conversamos
los prototipos de especies ella trascenderá a su polvo.

Oscuros cuadros, tronos, las piedras que los peregrinos besan,
poemas que en morir tardan mil años,
tan sólo remedan la inmortalidad
de esta roja etiqueta sobre una tenue mariposa.



Vladimir Nabokov, Un descubrimiento, 1943.
Traducción: Javier Marías, creo.

Linus came back


Al fin volvió Linus Lowell.

Esta perla absolutamente divertida, (escrita en la pared de un baño de la Universidad de Alicante), se lee en uno de sus más recientes post:

Autor 1: Chico busca chico de Filología para sexo. Espero Respuesta
Autor 2: ¿Y por qué de filología? ¿No te da igual de otra carrera?
Autor 1: OK. Es Q era Xa encontrarlo antes. Es Q soy nuevo y aún no conozco a nadie en el campus… contesta
Autor 2: ¿Qué quieres que ponga?
Autor 1: ¿Quedamos?
Autor 2: Yo soy de ciencias que está detrás de tu facultad. Cuando quieras quedamos y te enseño lo que quieras.
Autor 1: Pues yo los lunes comienzo a las 2 y los viernes acabo a las 11. Dime cuando y donde quedamos
Autor 2: El viernes de la semana que viene
Autor 3: Nunca había visto tanto enfermo junto
Autor 4: Parece mentira que en pleno siglo XXI tengamos que usar las paredes para conocernos


Hay más aquí.

2 de febrero de 2006

Gripe